En las Áreas Naturales Protegidas de Xochimilco y Milpa Alta, el cambio de uso de suelo ha afectado a las comunidades y trae consigo el riesgo de la especulación inmobiliaria. Las mujeres defensoras del territorio protegemos esta zona rescatando prácticas ancestrales y agroecológicas y hacemos frente a la violencia y la criminalización.
Las comunidades de Tepoztlán, Huexca y Cuentepec nos enfrentamos a los megaproyectos de infraestructura y las industrias extractivas y de producción de energía, pues modifican el uso de los recursos hídricos. Además, generan desigualdades sociales cada vez mayores, especialmente para las mujeres y las juventudes.
La región de los Valles Centrales de Oaxaca atraviesa un grave problema de sequía que afecta a las mujeres que nos dedicamos al campo. Ante tal situación, nos movilizamos para gestionar obras de captación de agua pluvial, desde grandes retenes hasta cisternas para los hogares, además de concientizar sobre su aprovechamiento.
En la Sierra Nororiental de Puebla, las mujeres nos hemos organizado para defender nuestros territorios, proteger la biodiversidad, impulsar la soberanía y seguridad alimentarias y ejercer nuestros derechos comunitarios, además de recuperar la medicina tradicional y la sabiduría ancestral.
En Tenosique, la expansión de los monocultivos de azúcar y palma de aceite, la tala ilegal, el contrabando de flora y fauna y las obras del Tren Maya han impactado el medio ambiente y aumentado la inseguridad y la violencia. A través de acciones participativas e intercambio de experiencias buscamos defender nuestros territorios.